lunes, 25 de diciembre de 2006

La Mama y la Mema

Extraído de la página web de María Paula Cavanna(www.upa.premium.ws)

LA MAMA Y LA MEMA

Vamos a hablar hoy de una diferencia fundamental entre los bebés que son amamantados y los que no lo son. Esta vez no voy a referirme a la composición de la leche, a las ventajas nutricionales, a la cuestión ambiental, temas todos muy importantes pero que dejan afuera un aspecto crucial y sobre el cual poco hay escrito.

Hay varias posiciones en las que un bebé puede ser amamantado, pero todas ellas tienen en común que implican la cercanía del cuerpo de mamá, el estar en sus brazos, el calorcito de su piel, el contacto con su mirada, con su voz, su olor. Todos los sentidos encendidos para permitir el ingreso del alimento “leche” y del alimento “amor” que en este acto son inseparables. El bebé puede sonreír a su mamá. Es cambiado de lado frecuentemente, y de esta manera sus sentidos se desarrollan en forma pareja.

Un bebé que toma la mamadera, como primera medida puede ser alimentado por cualquier persona, incluso aquellos bebés más grandes pueden agarrarla solos y tomarla sentados en el cochecito. Aún si fuera su mamá quien se la diera, está toda vestida, su olor está lejos, su piel es inalcanzable, su mirada rara vez está puesta en los ojos del bebé. Si el bebé sonríe mientras toma la mamadera, la leche sigue saliendo y pronto se ensucia o se atora.

La mamá generalmente coloca al bebé en el brazo que le resulta más cómodo, y de esta manera sus ojos, sus oídos, sus brazos, se estimulan más de un lado que del otro.

La mamá que amamanta debe suspender toda actividad para entregarse a este acto, que sólo ella puede realizar. Su hijo dispone de varios momentos en el día en los que su mamá está exclusivamente para él, y si se entrega de verdad a disfrutar de este momento y a conectarse con su hijo, pronto se da cuenta de que el resto de las cosas pueden esperar. La limpieza, el orden, el teléfono, todo puede hacerse en otro momento, o puede ser delegado a otras personas a quienes podemos pedir ayuda.

La intención de esta nota no es la de hacer sentir en falta a la mamá que por uno u otro motivo no amamanta a su bebé, sino proponer que si este es el caso, sepamos que hay muchas cosas que podemos hacer: tener más tiempo a nuestro bebé a upa, darle la mamadera “piel con piel”, teniéndolo muy juntito a nosotras; cambiarlo de brazo para favorecer la estimulación pareja de los sentidos, no delegar la tarea de alimentarlo en manos de otra persona, hablarle mucho y sonreírle a nuestro bebé .

No olvidemos que nuestro pequeñito pasó muchos meses dentro nuestro, sintiendo nuestros ritmos, nuestros latidos, nuestros movimientos, nuestra voz, nuestra vida. Y de pronto se encuentra con que “de este otro lado” el mundo es ancho, oscuro, quieto, silencioso, extraño. Nos apuramos por enseñarle nuestros horarios, nuestras costumbres, por meterlo dentro de nuestras abultadas agendas; pretendemos que se duerman solitos, en su cuna, que sonrían a los extraños, que estén en brazos de desconocidos, que sepan esperar...pasamos muchos meses esperando la llegada de nuestro bebé, y cuando está con nosotros nos apuramos por convertirlo rápidamente en un adulto.

Si tomamos la lactancia solamente en su aspecto material, la idea de reemplazar la leche materna por otra leche, de otra especie, (excelente para terneros ) no tiene sentido. Si pensamos en el aspecto vincular, emocional, afectivo, de contención, de relación, de entrega, si la tomamos como lo que es: un acto de amor, veremos que muchas veces no estamos supliendo todas estas necesidades de ninguna otra forma. No por maldad o descuido, sino por ignorancia. Nadie nos dijo nunca que los bebés necesitan esto, nadie nos da permiso para tenerlos a upa todo el día. Si lo llevamos a nuestra cama por la noche para alimentarlo y se duerme con nosotros, nos avergonzamos y no lo comentamos con nadie. Nuestra sociedad no tiene lugar para los bebés. Les exigimos crecer demasiado aprisa.

Es comprensible que una mamá que trabaja disponga de poco tiempo para todas estas cosas, y ese tiempo debe repartirse entre el marido, los quehaceres de la casa, los otros hijos, ella misma... y frecuentemente el bebé, a quien cualquiera puede darle su “mema” queda relegado al último plano. Suena durísimo, pero tomemos conciencia de la cantidad de cosas “prioritarias” que atendemos antes de abrazar a nuestros seres queridos.

Según el diccionario, criar significa nutrir, alimentar, dar motivo para algo. Personalmente creo que el tiempo que invertimos en la crianza de nuestros hijos les da motivos para vivir.

María Paula Cavanna. Psicóloga.

1 comentario:

eveluna dijo...

excelente este articulo! es un momento precioso para los dos (niño y madre) hay que disfrutarlo cada vez... gracias